viernes, 28 de octubre de 2011

La comunicación en la familia


La primera semilla de la armonía en el hogar  se siembra en la relación de los padres o futuros padres  antes de casarse. Ese trato cariñoso de las primeras veces es el que no se debe de descuidar ya más adelante cuando la familia esté constituida; porque los hijos experimentarán en el clima de relación que hay entre sus padres la posibilidad de entablar o no una auténtica comunicación y relación humana con el prójimo a lo largo de su vida.

Los lazos emocionales que genera la familia brindan seguridad y confianza a sus miembros pues en la medida en que se quieran, se comprendan y haya una mínima intención de aceptar al otro y entenderlo los hijos aprenderán a crear lazos afectivos estables y duraderos.

La comunicación entre los cónyuges va cambiando en la medida en que pasa el tiempo con riesgo de tornarse agria hasta desaparecer, pues la convivencia suele volverse rutinaria debido al agotamiento por presiones en el trabajo o por las mismas exigencias del hogar; sin embargo, se debe cuidar de que la relación no se deteriore, ya que la confianza mal llevada puede terminar convirtiéndose en falta de respeto y dedicación y esto mismo trascenderá, después, en el trato con los hijos, quienes dependiendo de la etapa en la que se encuentren reaccionarán de maneras distintas, reclamando atención, más amor, comprensión como suele pasar en la adolescencia y si los jóvenes no ven un buen trato entre sus padres tampoco se llevarán bien con éstos ni con sus hermanos.
Según Douglas Gentile, psicólogo de la universidad de Iowa los avances tecnológicos de comunicación pueden afectar la relación familiar. Afirma que los videojuegos o las redes sociales, así como los SMS a través de los celulares no son en sí mismos malos, pero pueden afectar la relación de los hijos con los padres si estos descuidan la comunicación fluida con ellos. Lo importante es vigilar que esas nuevas tecnologías de comunicación no reemplacen ni llenen el vacío comunicativo que pueden encontrar en sus hogares.

En un informe de los estilos de vida de los jóvenes peruanos realizado por la universidad de Piura revela que los jóvenes nacidos en los noventa en adelante tienen una gran predisposición a la comunicación, son expresivos, ávidos, dinámicos, aspectos de su temperamento y personalidad que no se debe de desaprovechar para que en esa dinámica comunicativa reciban en casa contenidos de calidad, pues es ahí donde los hijos cimientan su estabilidad emocional ya que la familia es y debe ser el primer lugar donde ellos se sienten reconocidos y valorados.


Los hijos rebeldes


Sabemos que las relaciones humanas están pasando por un constante proceso de transformación  debido a la presencia de las nuevas tecnologías de la comunicación, que facilitan y hacen más fluida la interacción entre las personas acortando las distancias; sin embargo, paradójicamente, hay una distancia que se está haciendo más insalvable, es la de la comunicación auténtica que va más allá de un  simple ‘estar en contacto’, lo que apunta a  que tenemos  que hacer un mejor uso de dichas tecnologías.
Por otro lado, se nos ha dicho que la rebeldía es normal en determinada etapa de la vida; sin embargo, esa rebeldía por la que se supone que no hay que preocuparse, puede ser síntoma de algo, pues ahora más que nunca hay más niños rebeldes que antes.

En muchos casos, los rebeldes son hijos que reclaman la atención de sus padres además de tener ya una predisposición al reclamo y a la provocación, rasgos que estimulan los medios masivos y se manifiestan también en problemas fuera de casa: Como en el desconocimiento del respeto a los mayores que se ve en el saludo y en el gesto de ceder el asiento, por ejemplo; así como romper reglas para llamar la atención.
Lamentablemente, una de las causas de esa rebeldía es el tipo de crianza que muchos padres dan a sus hijos, quienes por asumir el estilo de crianza ‘niño cràtico’, es decir que crían a sus hijos permitiéndoles todo y concediéndoles todos sus deseos, pagan luego las consecuencias de la desobediencia, la falta de respeto y la ingratitud.
El amor desordenado de esos padres al buscar por todos los medios que sus hijos no sufran es lo que los conduce a formar pequeños tiranos que en el futuro no serán más que un obstáculo para la vida en sociedad.
Se les olvida que la utilidad del sufrimiento –que es inevitable, al fin y al cabo- es que esculpe el carácter de las personas y los hace verdaderamente fuertes. El habito de favorecer al prójimo, ceder, dar la porción más grande al otro, renunciar, en suma, saber perder algo o en una competencia honesta, le enseñará a ser respetuoso, digno en los fracasos, humilde y una serie de valores más.

Otra causa de la rebeldía puede ser la propia predisposición con la que nace el niño, pero no olvidemos que si los padres cuidan el entorno y están atentos evitarán conflictos con sus hijos por sus rebeldías.



Escuela para padres



En medio de una sociedad que exige la excelencia en todas las áreas de la vida, cientos de hombres y mujeres salen a formarse académica o técnicamente para desempeñarse y sobresalir en alguna actividad.
Sin embargo, ese desarrollo profesional y económico se ve ensombrecido por los desaciertos y poco tiempo que queda a los que son padres para dedicarse a sus hijos, lo que al final, repercute en el núcleo familiar.

Muchos hacen realidad su sueño de ser padres; pero también, son incontables a los que la paternidad les llegó por accidente y ven, incluso, en ese rol un triste obstáculo para su propia realización.
Papá y mamá vuelan al trabajo antes de las ocho de la mañana y dejan a sus hijos con los abuelos, la nana o en un jardín de infancia  que los tenga hasta que vuelvan por ellos. Esta es la vida diaria de millones de parejas que por haberles tocado existir en una sociedad tan acelerada, no encuentren otra opción frente al consumismo no sólo de bienes que se supone que están para mejorar la calidad de vida, sino de ideas de éxito desenfrenado que hacen que se olvide el sentido verdaderamente humano de la vida.
Qué lejos estamos de esa familia numerosa en la que a pesar de que sólo el padre trabajaba, no les faltaba la comida ni el calor de hogar. Hoy, dos padres fuertes y bien preparados salen a trabajar durante horas para que apenas puedan dar una vida medianamente cómoda y saludable a su único hijo o dos y a precio, de dejarlo crecer solo, rodeado de miles de cosas que sus padres no tuvieron, claro.
Así como hay que prepararse para elegir bien en cada instante, desde un par de aretes hasta el seguro de vida, pasando por los mejores alimentos; este también es tiempo para prepararse en pos de una buena paternidad y una buena opción son las escuelas para padres, donde buscar ayuda a ese dilema que todo padre joven en pleno siglo XXI se hace: Soy profesional, tengo nobles sueños y ambiciones… pero también soy padre o quiero serlo ¿Cómo hacerlo todo bien?, ¿qué vale la pena priorizar?
                

El servicio de las nanas en el hogar


Madre es la que cría, no la que pare dicen con razón nuestras abuelas y según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua nana es el canto que arulla a los niños; pero también, en América Central, Argentina, Chile, México, Colombia y Perú, es niñera o ama, aquella mujer que cría una criatura ajena.
Así que, si de crianza se trata, en los tiempos en los que vivimos, las nanas se llevan la mejor parte de la labor de una madre: Criarlos, compartir con los pequeños bebés momentos de su formación y desarrollo tanto físico como psicológico.

Las nanas existen desde épocas inmemorables; parte de la servidumbre, son las que siempre se han hecho cargo de las tareas de aseo y atención de los niños de las familias burguesas y de mantener el equilibrio dentro de esos hogares; muchas de ellas al mismo tiempo empleadas domésticas, relegadas al último lugar, han sido, en sinnúmero de casos, testigos fidedignos e invisibles de todo cuanto ocurría en la intimidad de dichas familias.               

En estos tiempos, en los que el consumismo, la competitividad laboral entre otros factores, hacen que la vida sea más agitada y deje poco espacio para el descanso y la reflexión; muchos padres se ven en la necesidad –quizá, más que antes- de contar con el apoyo de otra persona para la crianza de sus hijos.

Las mujeres afrontan la exigencia de tener que dar respuesta tanto en su labor familiar como en su labor profesional. A diario, vemos que la demanda de la excelencia profesional exige más del tiempo y energías de las mujeres, quienes optan por este camino desplazando su maternidad. Mas, excusa o no, la necesidad económica es otro motivo que las empuja a ese duro desprendimiento de sus hijos.
Y para brindar ese apoyo y llenar la ausencia de las madres, están las nanas, quienes lejos de desempeñar un papel secundario en la vida de las familias, son pilares de éstas y cooperan con sus miembros más vulnerables, los niños. Antes, las nanas llegaban para quedarse toda la vida, pero ahora es muy difícil conseguir a alguna que, además de inspirar confianza, se desempeñe con dedicación.
Unas por vocación y otras por necesidad, terminan siendo niñeras de los hijos de otros, a quienes bridan toda su atención y cariño, aún más que a sus propios hijos; pero también, están aquellas que sin sentir motivación alguna, están cumpliendo ese delicado rol. ¿Cómo saben los padres lo que ocurre con sus hijos, mientras ellos no están?

Pocos tienen respuesta a esta pregunta pero sí pueden tomar sus precauciones, como acudir a centros garantizados para tomar a una nana y evaluar bien a la candidata antes de tomarla; pues muchas llegan a atormentar y maltratar a los niños que se les confía.
Desde siempre, benditas sean las nanas por hacer la labor de madres y ángeles custodios, pues muchas de ellas realmente lo son y trabajan de la mano con las madres responsables de los niños que cuidan; pero, no hay que perder de vista que siempre habrá riesgo en tomar a una persona desconocida al cuidado de nuestros hijos y más aún, que nadie podrá cumplir a cabalidad con la labor de una madre; y frente a esto, surge la pregunta: ¿cuántas mujeres estarían realmente dispuestas a cambiar algunos logros y éxitos profesionales, por atender, ellas mismas, a sus pequeños niños?, ¿cuán posible sería optar por este camino?




Alternativas para compartir con los niños


Hace dos semanas, abordamos el problema de la ludopatía infantil y quedó demostrado que este problema surge cuando los niños van creciendo sin la entera dedicación y cariño de sus padres así como sin reconocer los límites y reglas sin los cuales es imposible  una vida sana y ordenada.
Nuestro invitado, el doctor Roberto Lerner, manifestó que para evitar que los niños caigan en la ludopatía como en cualquier otro tipo de dependencia desordenada había que ofrecerles alternativas, de tal modo que ellos no encuentren a los videojuegos como su única diversión.
Ahora bien, para encontrar esas alternativas y ponerlas al alcance de nuestros niños, hay que hacer algo que cuesta a más de un adulto: Prestarles atención, esto es, ingresar a sus mundos y participar con ellos, entenderlos e interesarnos por sus cosas.
A estas alturas, a muchos cuesta reconocer que la generación infantil de hoy es la de los ‘nativos digitales’; niños que nacieron en la era de la cibernética y que ser empáticos con ellos, supone interesarnos por el mundo virtual y audiovisual en todas sus variantes tanto tecnológicas como de contenidos.

El tiempo es otro factor clave a la hora de proponerse cerrar filas con los chicos e ingresar en sus vidas. No basta con tener dinero, comprarles cosas o dejarlos abandonados a su suerte frente a la televisión, los videojuegos, internet o los brazos de una nana, que por buenos que sean, sin la compañía de sus padres, resultará siempre infructuoso y hasta peligroso.
Ya una oyente señaló que fue testigo de cómo en una sala de cine local a horas de una película para mayores de 14 años, había en ella niños menores, probablemente en compañía de adultos que los cuidan pero que no son sus padres.
 Las claves, entonces, para encontrar esas alternativas son: el interés y el tiempo; pero, ¿cuáles serían esas alternativas? El doctor Lerner señaló que una de las tantas alternativas sería buscar videojuegos interesantes que, con asesoramiento, podrían resultar hasta beneficiosos para los pequeños; ya que no se trata de restringir totalmente el uso de estos juegos o satanizarlos; pues, lo mismo ocurrió con nuestra generación y la televisión.
Además de llevarlos a centros y lugares de esparcimiento como teatros, cine, talleres y demás puntos de diversión y enseñanza, tal como señala la profesora Carmen Lezama; compartir sus juegos y pasar ratos con ellos en casa, es especialmente provechoso.
Y aquí, un dato de ayuda: Liz Murga, es ejemplo de una dedicada madre de familia de tres niños que, no conforme con buscar las mejores opciones en cuanto a espacios y eventos para compartir con sus hijos, creó una interesante página web llamada “lima para pequeños”, que sirve a miles de padres como guía y agenda para organizar su vida entera junto a sus chicos, y de esa manera entregar el tesoro más grande que puede dar un adulto como muestra de amor a un niño: Su tiempo y permitirse crecer interiormente junto a sus hijos y verlos crecer; para luego, impulsarlos, como  a palomas, a volar rumbo al cumplimiento de su misión en la vida.

Los centros de belleza


La belleza y la salud son las dos fuertes razones  que impulsan a miles de hombres y mujeres a acudir periódicamente a los spa o centros de estética que los ayudará en el cuidado de su cuerpo y apariencia.


Desde siempre y aún más en estos tiempos en los que la imagen lo es todo y en los que todo entra por los ojos, las personas –unas por vocación y otras por exigencia- se han visto más ocupadas en estos  menesteres que, además de ayudarlas en el fortalecimiento del autoestima, las induce a un estilo de vida saludable a través de un cuidado sano y constante del cuerpo.
Los gimnasios y las dietas se complementan con la visita a un buen spa que los espera con una serie de alternativas para el cuidado de la piel, masajes reductores para los que llevan unos centímetros de más en la cintura u otras zonas del cuerpo, con baños turcos y demás servicios que desde una sencilla manicure hasta una sesión de masajes o depilación, les permitirá lograr la apariencia y el estado físico óptimo para hacer frente a las tareas de la vida.

Los negocios de belleza en el Perú se han incrementado en los últimos años, lo que ha hecho que la competencia aumente y los centros de estética se especialicen en servicios específicos. Tal como afirma la señora Doris Oviedo, los spa son centros especializados en el embellecimiento y a partir de estos cuidados, ayuda a combatir el estrés y demás enfermedades que pueden abatir el cuerpo.
 Mientras que las peluquerías se encargan del corte y tratamiento del cabello; y cuyos servicios oscilan entre los 15 soles hasta los 35 soles, 70 soles o más, según el lugar y nivel de especialidad del centro de belleza pues los hay para todos los bolsillos y tipos de exigencia.
Otro motivo poderoso para visitar un spa periódicamente es el estrés que agobia a los miles de habitantes de las grandes ciudades como Lima.  La interesante gama de terapias relajantes contribuye en la recuperación del estado y energía físicos.

Sin embargo, no hay que olvidar que dentro de esa inmensa variedad de centros de estética, hay algunos que no ofrecen las garantías suficientes y muchos lugares se autodenominan spa cuando no lo son; pues un spa ofrece muchas más cosas que cortes, manicura o pedicura.

 De la misma manera, el uso de productos de calidad va a determinar a la larga, la fidelidad del cliente o su desconcierto; pues muchos de dudosa procedencia no han hecho más que poner en peligro la salud de los clientes.
Teniendo en cuenta estas precauciones sólo queda buscar en la agenda un espacio para visitar un buen salón de belleza o un merecido spa.




La ludopatía en los niños


El uso desmedido de los juegos a través de las nuevas tecnologías,  puede originar en los niños una dependencia y adicción tan extremas hasta hacerlos víctimas de la ludopatía.
Esta enfermedad es una de las más preocupantes en nuestros tiempos  y que cada vez va en aumento en  niños de todas las condiciones sociales, pues el juego comienza a llenar vacíos emocionales que se  agrava aún más en aquellos que no cuentan con la adecuada dedicación y afecto de sus familias.
Los videojuegos son programas cibernéticos creados para el entretenimiento, su soporte puede ser una computadora, una máquina arcade o una videoconsola y de acuerdo al tipo de juego, puede ser para dos personas o una sola y la máquina.
Según estudios científicos las reacciones cerebrales de los adictos a los videojuegos, son similares a las de los alcohólicos.

En el Perú esas máquinas entran por contrabando y suelen encontrarse en cabinas de internet o bodegas, cerca de los centros escolares de los menores quienes quedan atrapados durante horas en este entretenimiento que de inofensivo va pasando  a ser tremendamente malsano. El costo de uso va desde los 0.10 céntimos a 0.20 céntimos, evidentemente, muy al alcance de la propina de los menores quienes poco a poco van desplazando sus horas de estudio para ocupar su tiempo en este entretenimiento.

 Las máquinas conocidas como tragamonedas chinos suelen tener  presentaciones pintorescas atractivas para los niños, son de colores, con botones de dibujos pues están diseñados para el entretenimiento infantil; el problema es que si los menores acuden solos y sin límites de tiempo desarrollan el lamentable mal de la ludopatía.
La ludopatía es un trastorno de la voluntad, ya que ésta es más débil que la necesidad de ir a satisfacerse con el juego, según datos de Cedro. Los caminos al juego compulsivo son la necesidad de escapar del aburrimiento,  de la realidad, y en el caso de los niños, de los miedos y su necesidad de afecto.